Las Fuentes Brotantes,
eran un lugar además de cargado de historia familiar, un lugar lleno de magia y
de historia, no solo por la intervención del General Cárdenas para agregarlo
como parque nacional en los años treinta, no solo porque ahí desemboca aun el único
manantial proveniente del Ajusco; sino porque ahí suceden casi todos los eventos
de mi vida en el sur, antes y desde antes; las fuentes son: la llegada de los
antepasados desde Irapuato, las fiesta de cumpleaños de la infancia, los paseos
en la vera de su lago esperando la salida del mitológico cocodrilo, la larga
espera en la piedra encantada en espera de lo desconocido, las quesadillas y
las mojadas en su riachuelo; las fuentes son todo; sin olvidar que ahí revise
mi primer cinta de súper 8 mm cuando comenzó la era vintage, y de ahí salimos
al cine a ver el reestreno de la película de Cantinflas, “El Bombero Atomico”,
la película -de 1952- de la cual apenas hace días compre una serie de anuncios…
que cosas, las fuentes siempre estarán ahí y su magia… también.
Fig. 1. Uno de los varios carteles de cine
comprados hace tan poco.
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