Hace algunos años, la idea de coleccionar objetos antiguos se fraguo en mi
vida no como un pasatiempo, sino como un “modus vivendi”, producto primero de
una perdida irreparable así como de una omisión imperdonable, de ello hablare
en otra ocasión; sin embargo, esa actitud de rescate del pasado, estuvo cimentada
por el mismo pasado, por las colecciones de la infancia de monedas, timbres,
tarjetas postales, alfarería precolombina y un largo etc; así es que cuando la
oportunidad de obtener objetos de un pasado reciente, que no había vivido, se
presento, no la deje pasar; algún tiempo después se anuncio en la televisión el
inicio de una serie en la cual el objetivo era poner precio a objetos del
pasado, dar información sobre ello, datar, valuar, comprar, luego vender;
algunos meses después otra serie fue presentada, un poco mas agreste,
aparentemente mas verídica, menos lúdica mas enfocada al negocio a buscar en
cobertizos, graneros, parajes, bajo toldos, bajo la maleza, entre escombros; y así
de pronto la moda de los rescatadores en la televisión llego. Y entonces era
mucha información, mucho datar objetos, mucho valuar el pasado; comparativos de
precios de compra y precios de venta, reparación, restauración, incluso en
versiones de otros países, incluso en la versión mexicana.
La moda del rescate, de la apología por el pasado trajo además de mucho
entretenimiento fácil, la creencia de que habían sido años equivocados para los
vendedores reales, de siempre, de los tianguis, de las tiendas de antigüedades
de anticuarios y entonces –apoyados por las cotizaciones de mercado de internet-
los precios se fueron a otra dimensión.
Y resulto entonces, que los
vendedores creyeron que podían hacerse ricos de la noche a la mañana, con la
venta de un RCA a bulbos de los cincuenta, un numero de la revista Vodevil, un
carrete de cine de 16 mm, un envase vacío de Fanta de los setentas, una charola
de Ron Batey de los sesentas e incluso un Atari, de los ochentas.
La moda está vigente, los compradores que habitualmente se veían, fueron
sustituidos por “nuevos ricos” en busca de adornar sus departamentos con una
serie de Planchas de carbón, o carteles del nuevo cine mexicano echeverrista.
Pero la moda también permitió visualizar a mucha gente, que el viejo desván
empolvado de la casa podía convertirse en negocio, permitió que mucha gente
sacara los tesoros ahí escondidos, y permitió a muchos verdaderos
Coleccionistas obtener Vintages que de otra manera jamás habrían visto otra vez
la luz.
Entonces, sigamos en la búsqueda, sigamos en la investigación, sigamos en
el rescate, la moda por su parte seguirá su propio destino.
Nos vemos en la pesquisa.