Pues la historia esta gestándose.
Apenas unos meses antes habíamos conseguido el Famosisimo “Proyector Raynox”, y
poco después un lujosísimo “Proyector Chinon-Sound”, que nos permitió tener sonido en nuestra sala de cine, y ahora la búsqueda
estaba centrada en conseguir la mayor cantidad de películas posible… la exploración
en internet había dado solo buenos resultados, pero estábamos viviendo una etapa
sublime que debería ser prolongada.
Caminar, preguntar, buscar. La
idea eran las viejas casas de fotografía de la ciudad –o mejor dicho de las ciudades
que visitáramos en ese viaje- pero invariablemente no tenían nada del pasado,
la respuesta era común: -¿películas de
cine?… ¡No eso ya no existe!
Y así, caminando, solo pudimos
encontrar la tienda de antigüedades.
-¿Películas de cine?. No, no he tenido hace tiempo, pero pasen tengo
muchas cosas mas. Nos indicó el SeñorDonVendedor.
La tienda impecable, casi
inmaculada, estaba organizada en tres salones, en uno de ellos había muebles de
finales del siglo XIX: Sillas, Taburetes, un Diván, una Luna en tamaño
monumental. En la otra sala había Fotografías, Enceres domésticos, Artículos de
tocador, Libros, y Muchas prendas de ropa de la época Victoriana-mexicana. Y finalmente
en la otra sala había consolas, televisores y “Radios”.
Cuando salimos de la tienda de antigüedades
con nuestro Radio RCA, de Baquelita, supe que algo había cambiado para siempre
en muchos sentidos: En la manera de percibir a la baquelita, no solo como
material aislante térmico en los conectores eléctricos; en la manera de concebir
los objetos antiguos; y en la manera de apreciar a aquellos que podían ser aun
funcionales, es decir la apreciación de los objetos “Vintage”.
El precio había sido alto, pero el
peso lo era aún más, sobre todo pensando que estábamos bastante lejos del
estacionamiento en donde habíamos dejado el auto; y a pesar de ello caminamos
las enormes cuadras del centro de San Luis, con mucha alegría, queriendo ya
colocarlo en la mesa de la casa y escuchar como nuestro RCA de los años
cuarenta, aun podía sintonizar estaciones de radio.
El Viaje siguió con el lujo que comenzó.
Llegamos al pueblo de los plateros por la tarde, y luego llegaron muchas
sorpresas más. Días después en la madrugada de fresnillo, en el largo camino a
pie para llegar a Plateritos. Dimos gracias a Dios por la enorme bendición de
aquel viaje.
La historia estaba a punto de
comenzar. Llegamos a casa, conectamos el
Radio, los bulbos fueron encendiéndose poco a poco; el sonido surgió quedo,
grave, opaco, interferido. Para nosotrs -Ángel y Yo- fue
el mejor sonido jamás escuchado.
Fig. 1. El Radioreceptor RCA, número 1.