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domingo, 12 de junio de 2016

UN EPILOGO MAS….

MI PRECIOSA, PRIMERA EDICION…
EL DIARIO DE ANA FRANK.
La historia de la niña escondida con su familia durante la ocupación nazi, todo mundo la conoce, hemos visto en todos los años que siguieron a ese hecho histórico, películas, libros, documentales, y una gran cantidad de referencias colaterales a ese particular.
Cuando Papa y Roy vinieron hace unos meses, entre todo lo vivido, y muy vivido, estuvo, la enorme desesperación un día antes de que se fueran, precisamente el Jueves Santo, por encontrar una copia del libro “El Diario de Ana Frank”, que le había pedido a mi hermano por encargo de ese viaje, una de sus hijas… y así tal como un recorrido no de siete, sino de muchas casas, recorrimos, librerías buenas, muy buenas, malas y peores, sin éxito, sencillamente el libro estaba agotado.
Al siguiente día, ese ajetreadamente inolvidable Viernes Santo, incluso en el camino paramos en una tienda más y buscamos también en las múltiples librerías del aeropuerto de la ciudad de México, sin éxito; el agotamiento era real y total.
Tiempo después, en un tianguis al norte muy al norte de la ciudad, en uno de esos días en que la vida ponía en jaque mi propio existir, pase por el puesto de libros viejos del exsoldado, que siempre me ofrecía en venta cosas que yo no quería: una copia más de Mexico a través de los siglos, números viejos de la revista Vanidades, libros de Coelho; pero ese día me ofreció un verdadero tesoro. La primera edición del Diario de Ana Frank. Y digo la primera, porque, aunque ya se había editado en Amsterdam dos años antes, lo había hecho con el titulo: “La Casa de Atrás”, pero es en la edición Francesa, “la mia”, que toma el nombre por el que la mayoría de la gente la conoce.

Pagué el precio sin regateo, me fui a casa reconciliado con la vida, pensando solamente, que si las coincidencias existían esta era una de ellas, pero más que eso, que si los epílogos eran necesarios, este era el mejor para la historia de la última vez que vi a mi Papa y a mi Hermano.

Fig. 1. El famoso libro.

INTROSPECCION

En mi adolescencia cuando leía muchos
 libros a velocidad de vértigo, 
pensaba casi siempre al terminar un 
buen capitulo o un buen libro que, al leer, 
en realidad encontrábamos parte 
de nosotros mismos en la lectura; 
tiempo después y aun ahora pienso que, 
al escribir, no escribimos para los demás, 
sino para encontrar parte de 
nosotros mismos 
en la escritura.

Pensé mucho en aquella reflexión cuando me senté a seguir escribiendo aquella noche de sábado por la noche, cuando regresamos del cine; y lo pensé, porque sencillamente quería lograrlo, quería que la escritura me diera fuerza para poder vencer mis miedos y enfrentar a los demonios que ya tenían que irse de mí, lo había intentado todo este tiempo que había estado escribiendo libros notas y mi querido blog, y aunque al principio los documentos que lo conformaban eran casi siempre técnicos, ahora en esta etapa de introspección, quería seguirlo intentando; pensaba en ello, y en los días pasados cuando en casa con mi computadora y mi delicioso té, solo tenía en mente seguir escribiendo, escribir lo más posible, escribir a velocidad de vértigo, seguir dejando que parte de mi “yo” real saliera, tal como ejercicio del “grito primordial”.


Pensé también en ello, cuando me di cuenta que de publicar en mi blog lo escrito al menos en la última semana, llenaría páginas enteras, por semanas enteras, , entradas amplísimas de cosas que me parecían interesantes.
Lo pensaría, lo leería y quizá lo decidiría después, a pesar de todo, no sabía si valía la pena, todo aquello.

Fig. 1.