El sábado acordado fuimos temprano a la lagunilla por los
cilindros del fonógrafo: dos de cera, dos de amberol; la negociación fue rápida
y sencilla, se había pactado días antes, quedando asi demasiado tiempo libre para
recorrer los pasillos del tianguis para buscar con calma, examinar, acaso
encontrar; algunos radios, muchas revistas, algunas piezas de hojalata. Pero
nada encontramos de verdad; regresamos de la Lagunilla con una cámara convenida
semanas atrás, los cilindros del fonógrafo y la zozobra de que así sería en
adelante la historia. Las carpetas estaban desfasadas, la galería en desorden
el diario electrónico con entradas que necesariamente se habían ido espaciando cada
vez más y más. Así que una vez más utilizando el argot marinero todo parece sin
duda: Al Garete.
Fig. 1. Los cuatro cilindos del fonografo.
caa. 1907.