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lunes, 25 de enero de 2016

TOUR DE LA FRANCE...

TANZENDE FINGER. . . 
Todavía me acuerdo de esa etérea sensación de “fiesta” que me causaba escuchar las polkas Rusas y Alemanas, cuando mi papa ponía sus discos los domingos por la mañana. Era otra época, aun el mundo vivía con quietud (al menos eso creía, porque años después supe que mientras eso vivía yo en ese Tlalpan pueblerino aun, la Guerra fría vivía sus estertores finales de terror), y encanto; el camino que separaba mi casa de la iglesia de María Reyna aun  podía andarse  por en medio de la calle y ocasionalmente hacerse a un lado para dejar pasar a los burros lecheros o a las mulas que ocupaban para transportar vigas bajadas del cerro.

Recuerdo eso y pienso en las muchas veces que intente después recuperar los discos de las polkas de Will Glahe (para ese momento ya tomados como “mios”); primero grabándolos directamente desde la bocina de un tocadiscos con una casetera portátil, después en un sistema de audio sincrónico y finalmente digitalizándolos con una tornamesa computarizada.
Mientras eliminaba el ruido y ajustaba la modulación de los archivos digitales, pensaba en la cara que pondría papa cuando escuchara los viejos discos  de la marca Telefunken, seguramente lo emocionarían y me pediría que le regalara una copia y yo guasón como siempre, le diría que solo si me pagara por ella y él se negaría a hacerlo y en ese juego, yo sacaría la copia que obviamente ya traería preparada y se la daría con mucho gusto.

Lamentablemente ese año cuando vi a papa, olvide la copia y solo pude platicar con el sobre esos discos; me contó lo que recordaba del día en que los compro  y me dijo además que había comprado un tercer y cuarto discos de música italiana y francesa respectivamente del mismo Will Glahe”, pero que alguien se los había pedido en préstamo para no regresárselos jamás.

Durante algunos años busque esos discos, más aun cuando comenzó la época Vintage, no perdía oportunidad de revisar los tambaches de discos que estaban en los puestos de antigüedades en cualquier lugar de la ciudad, pero jamás los encontré. . . hasta ayer en que en un tianguis de comida y ropa al norte de la ciudad,  un montón de discos apretujados llama mi atención, comienzo a deslizar las portadas, y ahí está, y la búsqueda ha terminado, el segundo volumen de los discos de Will Glahe, ha llegado.


Los astros lo dijeron, papa lo dijo, todo parecía indicar que ese seria un gran año.


Fig. 1. Portada.


Fig. 2. Contraportada.


STAR WARS AND I... EPILOGO

Muchos años después, cuando en mi vida llego la hora de rescatar el pasado, los vestigios eran exiguos: algunas fotografías, discos, casi ningún cuaderno de la infancia, algunos pocos juguetes que guardo mi abuelita para cuando esa hora llegara; entre ellos algo de lo que fue la “CAJA DE LA GUERRA DE LAS GALAXIAS”, pocos accesorios, ninguna de las cajas de las naves ni de los cartones de empaque –cards-; todo eso se lo había llevado el tiempo inclemente, los cataclismos que azotaron en esos años a mi casa, las debacles familiares que la minaron. 

Se recuperó lo que se pudo, y luego la historia siguió sus propios vericuetos:  yo termine una carrera universitaria y fui un implacable apologista de la ciencia y de la historia; mantuve reunida mi colección STAR WARS LILI LEDY por años, hasta que llego mi época VINTAGE en que con pasión pero sobre todo mucha ternura  me dedique a completarla, documentarla, mantenerla, exponerla, ostentarla incluso.

Por otro lado “STAR WARS”, siguió su propia historia, primero presentando versiones remasterizadas de la saga original, luego añadiéndole injertos para hacerla “visualmente más atractiva” y exhibirla una vez mas en el cine, y finalmente para presentar en los albores del siglo XXI las tres primeras partes de la saga  -o lo que comúnmente se llama la “precuela”. Y así hasta que muchos años después de esto, se anunció que finalmente una entrega más de la historia sería presentada: el episodio VII.

La historia concluye aquí, . . . o quizá no.
Fig. 1. El cartel de la presentación, Episodio VII.