Era un sábado
por la noche, la naturaleza extraña de ese febrero había traído una lluvia en
chubasco; una lluvia esperada quizá para lavar lo que estaba sucio o para
revivir lo que ya estaba muerto. Para mi era símbolo de tristeza, como aquella que viví luego
de dejar la Paz, una vez mas, la ultima vez que estuve ahí; la vez que fuí con ilusión y
cariño, con ternura pero también con aplomo y tesón.
Camine por el malecón
rumbo al callejón de los artesanos ese ultimo día, quería retratar con mi
cámara y con mi alma, cada rincón de ese bello lugar, único, alegre pero
afligido a la vez, crusé desde el muelle por el jardín y pase frente a la pared que quedaba de
la emblemática "Perla de la Paz", ese comercio que en su momento dio tanta vida a la península.
Tome unas cuantas fotos, quería llevar también un recuerdo de aquel lugar tan
muerto y tan vivo a la vez.
Fig.
1. La pared que quedo después de aquel incendio de 2006.
Fig.
2. Como fue, desde su inauguración en 1860, “La Perla de la Paz”, emporio
mercantil en el que aun durante el siglo XXI, era posible como siempre, comprar
desde herramienta hasta vajillas, pasando por una gama muy amplia de productos
varios; se dice que en sus aparadores lucio por algún tiempo la enorme “”Perla”,
encontrada en la bahía de la Paz en 1883, que terminó formando parte de la
Corona de la Reina Isabel II; razón principal por la cual en 1983, la Reina visito ese
lugar, para como dicen los Paceños:
Conocer el lugar de donde salió tal Joya.