Por estos días, de clima tan imprevisible, y de una regresión
ingrata a los padecimientos infantiles; los días del fin del año, en que las
carreras habían ya comenzado, los planes emergido, los sentimientos aflorado: los días de diciembre; estábamos caminando rápido ese primer domingo, en uno de
los corredores del jardín Ignacio Chávez, cuando una caja de juguetes en uno de
los viejos locales del tianguis, ahora si llama nuestra atención; el contenido
de la caja es multicolor, son muchos juguetes pequeños y medianos, la mayoría mexicanos,
juguetes de plástico inyectado, algunos, muy pocos de plástico prensado
estadounidense; son de varias épocas, los más viejos de los setentas, la mayoría
de los ochentas; algunos de marcas conocidas "Tim Mee Toys", "Plastimarx" "Iga", pero la
gran mayoría son juguetes sin marca, lo que desde siempre se ha dado en llamar:
Juguetes del mercado.
Pienso en ello, mientras recuerdo mi antigua
aspiración de convertirme en fabricante de juguetes; un sueño jamás cumplido
-hasta ahora-, comienzo a evocar esos alegres días de la infancia, y mis planes
para un eventual futuro.
Sigo pensando, y sigo recordando ese momento del ayer,
esos planes de hacer múltiples juguetes temáticos: vikingos, exploradores,
cazadores, pienso en ese pasaje bastante romántico de mi infancia mientras
salimos rápido del tianguis, muchas cosas más esperan ese día, entre ellas:
catalogar la caja de juguetes mexicanos que llevamos ya en la mochila.
Fig. 1. La caja de Juguetes.