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domingo, 12 de junio de 2016

INTROSPECCION

En mi adolescencia cuando leía muchos
 libros a velocidad de vértigo, 
pensaba casi siempre al terminar un 
buen capitulo o un buen libro que, al leer, 
en realidad encontrábamos parte 
de nosotros mismos en la lectura; 
tiempo después y aun ahora pienso que, 
al escribir, no escribimos para los demás, 
sino para encontrar parte de 
nosotros mismos 
en la escritura.

Pensé mucho en aquella reflexión cuando me senté a seguir escribiendo aquella noche de sábado por la noche, cuando regresamos del cine; y lo pensé, porque sencillamente quería lograrlo, quería que la escritura me diera fuerza para poder vencer mis miedos y enfrentar a los demonios que ya tenían que irse de mí, lo había intentado todo este tiempo que había estado escribiendo libros notas y mi querido blog, y aunque al principio los documentos que lo conformaban eran casi siempre técnicos, ahora en esta etapa de introspección, quería seguirlo intentando; pensaba en ello, y en los días pasados cuando en casa con mi computadora y mi delicioso té, solo tenía en mente seguir escribiendo, escribir lo más posible, escribir a velocidad de vértigo, seguir dejando que parte de mi “yo” real saliera, tal como ejercicio del “grito primordial”.


Pensé también en ello, cuando me di cuenta que de publicar en mi blog lo escrito al menos en la última semana, llenaría páginas enteras, por semanas enteras, , entradas amplísimas de cosas que me parecían interesantes.
Lo pensaría, lo leería y quizá lo decidiría después, a pesar de todo, no sabía si valía la pena, todo aquello.

Fig. 1.

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