Durante esa
gran época en que intentar hacer libros ocupaba todo mi espacio, muchas
colecciones fueron abandonadas, otras inconscientemente guardadas y otras mas
generadas; este periodo que duro solo unos años y que en realidad fue
paralelamente “el primer estropicio”, estuvo enmarcado por todas las cosas que
vivía con mi Abue, por todos los
paseos por muchos barrios de la ciudad, muchas platicas de antiguos
revolucionarios, mucho conocimiento adquirido en los museos; vivimos juntos el
caminar mucho y el planear futuros que en mi infancia, eran idílicos,
compartimos por casualidad, en estricto apego a la historia real, una colección
de monedas mexicanas, que fue creciendo poco a poco, llenándose de elementos
nuevos-viejos cada vez; la colección de monedas, corrió paralela a una pequeña
colección de cromos de paisajes mexicanos que adornaban la parte trasera de las
cajetillas de los cerillos “Clásicos” de “La Central”, colección que por otro
lado parecía secundar a la colección de tarjetas postales -para ese entonces ya consolidada- y a una incipiente colección de
artesanías, que había nacido justamente como añadidura a los cromos. Muchas
cosas ocurrieron por ese entonces, la vida estaba a punto de pasar a otra etapa.
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