Todo
comenzó con un sueño, aun lo recuerdo, fue siendo niño, muy niño, aun ni tan
solo entraba en la escuela; era la época plena del ostracismo aspergeriano,
repetir palabras hasta dejarlas bien claras en la mente, jamás hablar con
nadie, callar incluso el dolor, tratar de hacer cuadrado al redondo mundo; y en
el sueño una encomienda, una alegre misión: Juntar todas las tarjetas postales
de paisajes sobre México que existieran. Si, tarjetas postales, esos cromos con
fotografías de paisajes que había visto en viajes pasados; en las vacaciones
cuando fuimos al itinerario familiar Plateros-San Juan de los Lagos; una tarde
en el atrio de la iglesia de la virgen de San Juan, mientras comíamos dulces de
leche, nos dieron dinero para gastar: yo compre una medallita triangular de la
Virgen, para que me cuidara mucho, alguien –jamás supe quién- compro una
tarjeta postal, que al término de las vacaciones, estuvo por todos lados en la
casa; la vi muchas veces en el cajón de las camisetas, en la mesa de la cocina,
tirada debajo de la cama, muchas veces en todos lados; y esa mañana que
desperté de ese sueño, tan diferente a mis sueños anteriores, esa mañana con
una misión fija, lo primero que hice fue buscar la tarjeta postal comprada en
esas vacaciones; y como anuncio de lo que luego vendría, jamás la encontré.
Fig. 1. Medalla de la Virgen de
San Juan de los Lagos
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