Salí de la casa temprano, el fin de semana había
finalmente terminado y ahora yo me tomaba un profundo respiro.
Fueron los días de ir a la ciudad, solo para pasar el
tiempo, con el calor inclemente de la primavera que había llegado con fuerza,
con las manifestaciones sociales propias del centro de la megalópolis, con un tráfico
increíble, sin poder atravesar la alameda central, solo a vuelta de rueda,
encontrando grandes Objetos Vintage en donde jamás se pensó, revistas de
lujo, cromos impensables, tlacos y
billetes jamás vistos ni en el catálogo básico; refrescos solamente platicados
por papa.
El fin de semana extraño había terminado; llegue al
norte de la ciudad a mi trabajo, con muchas ganas de volver a poner metas y
luchar por ellas, o acaso ese amanecer no lo merecía.
Tome la cámara y quise tomar mucho aplomo, nuevamente creía
que lo merecía.
Fig. 1. El amanecer de aquel lunes.
Fig 2. Los Vintages de aquel fin de semana,
aun sin desempacar.
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