Entre
a mi galería Vintage externa, esa mañana de mediados de febrero; el extenuante
calor de días atrás, había dado paso a un par de días fríos, fríos y con
viento, y tristes, porque la galería se resistía a terminar, a tener que irse
para siempre; yo apenas podía caminar con mis aflicciones encima, quería escribir
mucho, pero sencillamente no podía, solo escuchaba esa lista de canciones en mi reproductor
de audio; de las canciones que en algún instante adornaron los días, que enmarcaron los momentos, y telonearon
la vida misma. Fui hasta la galería, pero mejor me salí rápido, cada objeto se oponía
a dejar ese bello lugar, que al menos para mi lo era. Había mucha tristeza, igual que en esa BossaNova, que se seguía escuchando.
Fig. 1. La galería, así de Azul.
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