Muchas cosas
habían acompañado a la infancia, muchos juegos, mucha televisión, muchas aventuras, muchos sinsabores, muchos
intentos de hacer grandes libros, de
conjuntar partes especificas de la historia; libros que casi siempre eran
cuadernos engrapados e ilustrados con monografías compradas en la papelería
primero y luego ilustrados con dibujos hechos por mi mismo; quería hacer muchas
cosas. Aun recuerdo mi emoción enorme cuando comenzaba un nuevo proyecto: "Biografias de Heroes de México", "Historia de la Revolución Mexicana", "Culturas Mexicanas Antiguas"... Los cuadernos, a los que llamaba "Libros", se fueron rapidamente apilando bajo mi cama.
Había muchas cosas que quería saber, pero poco de donde aprender, tenia los libros gratuitos de la SEP, que había en la casa de muchos familiares, y esos otros libros de texto de la secundaria de mis primas; no dejaba pasar la oportunidad de acompañar a quien fuera a la biblioteca del DIF; o a cualquier lugar en donde pudiera revisar algo de mi interés de ese momento enfocado en algún tema de alguno de mis "Libros". Comprendí desde entonces lo valioso que era el aprender, pero mas que eso lo divertido que era entrar en la aventura del pensamiento.
Y en medio de esa vorágine creativa, preste poca atención a mis colecciones.
Cuando terminó la época del estropicio, quedaban pocas cosas del pasado ya, casi nada: mis
tarjetas postales, un solo numero de los "Minimilagros", algunos juguetes, y mi
deseo -ya en serio- de terminar mi gran libro enciclopédico de las "Maravillas del Mundo",
libro que ligo también ese pasado infantil con el gran futuro.
Había muchas cosas que quería saber, pero poco de donde aprender, tenia los libros gratuitos de la SEP, que había en la casa de muchos familiares, y esos otros libros de texto de la secundaria de mis primas; no dejaba pasar la oportunidad de acompañar a quien fuera a la biblioteca del DIF; o a cualquier lugar en donde pudiera revisar algo de mi interés de ese momento enfocado en algún tema de alguno de mis "Libros". Comprendí desde entonces lo valioso que era el aprender, pero mas que eso lo divertido que era entrar en la aventura del pensamiento.
Fig. 1. Algunos de los pocos juguetes
conservados de la infancia.
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