Parecía ser que todo
había comenzado ese caluroso día de mayo en el puesto de
antigüedades del amigo Paquito, cuando saco la caja de fotografías que me
quería vender... y digo que parecía, porque en realidad casi era la
parte final de una historia también muy larga, de años, o quizá de décadas o
incluso hasta de siglos pasados.. Era la historia de Acapulco, en realidad era
una historia que yo no debería de contar, porque ya estaba muy contada; en la
actualidad se podía saber todo, con fechas y detalles, de casi cualquier cosa,
incluyéndolo todo... Internet.
Me quedo más claro
que nunca, esa noche de hace poco tiempo, en que interesado en saber los
detalles históricos de las playas acapulqueñas “La Condesa e Icacos”, ingrese a
una serie de documentos que hablaban de las primeras noticias registradas por
escrito del Acapulco de los años veinte; entre otras, del encuentro fortuito de
uno de los nativos pescadores de Acapulco con un Majestuoso Tiburón Ballena;
pensé en ello mientras revisaba las fotos que quería venderme Paquito en el
tianguis de la colonia de los Doctores aquel domingo caluroso de mayo.
Compre tres cajas con fotografías, las lleve a casa para la limpieza habitual y para revisarlas; recogían imágenes de las vacaciones de una familia en el Acapulco
de los años cincuenta, capturaban el paseo en una “Playa Icacos” aun en ciernes,
y registraban la captura de un animal marino, de un: “Majestuoso Tiburón
Ballena”.
La historia de
Acapulco no solo era una historia de coincidencias, no solo era una historia de
hechos históricos, era una historia de amor y estaba más que nunca en mi
corazón.
Fig. 1. Aleta caudal del tiburón ballena.
Fig. 2. Aleta dorsal del tiburón ballena.
Fig. 3. Costado del tiburón ballena.
Fig. 4. Cabeza del tiburón ballena.
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