Tal como lo decía la declaración
de principios y la cintilla de la portada de este blog: todos los esfuerzos,
materiales e inmateriales, todo el empeño, todas las colecciones, el blog
mismo, estaban dedicados a los objetos cotidianos del pasado; lo cual acarreaba
una responsabilidad inherente, no solo lo obvio, no solo el rescatar, el
preservar, el conservar, el atesorar; no, adicionalmente implicaba, el
documentar a profusión, el limpiar con esmero clínico, el catalogar y registrar
minuciosamente, para así poder legar ese esfuerzo al futuro propio, y al futuro
de la gente que me había acompañado en esta aventura, y porque no: también a
quienes quisieran en ese futuro acercarse a las colecciones; pensaba en ello y
eso mismo me daba el impulso necesario para mantener un ritmo de pasmo, con una
serie vigorosa de búsquedas de tesoros y de adquisiciones a la colección, que permitían
seguir escribiendo también parte de este diario y que sin lugar a dudas daban
la pauta para seguir enriqueciendo el conocimiento tan profuso que había de
cada objeto, y mientras pensaba en ello, recordé que en las definiciones de la Real Academia
obviamente el termino: “Vintager” no existía, es apenas sinónimo de “anticuario”,
que en esencia, y mucho se ha hablado de ello en este espacio, es muy
diferente; aunque también la acepción “coleccionista” podría prestarse a una confusión
semejante, aunque por otro lado este mismo término es sutilmente diferente.
Digo esto, mientras
pienso en los muchos Vintagers que he conocido ya en estas épocas, verdaderos
investigadores-coleccionistas-documentadores y hasta en algunos casos tasadores…
… Me hubiera gustado
haber sido miembro de la Real Academia hace unos años, cuando esta gran
aventura comenzó, hubiera participado con un solo nuevo vocablo para el
diccionario de la lengua española:
Vintager: adj./sust. m y f. Coleccionista,
documentador, catalogador y amante de los objetos cotidianos del pasado.
Hubiera estado bien,
y también hubiera debido incluir: “hubiera”.
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