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lunes, 15 de diciembre de 2014

EL LARGO CAMINO A CASA.

Fue el día de caminar mucho, con el quemante sol de diciembre encima y el polvo flotante del camino. Estaba buscando una vereda, una ruta; el destino quizá estaba ya trazado; ese diciembre quería regresar a casa, aun cansado, aun con sed, aun con sueño; estaba dispuesto a sobreponer encima de todo, mis anhelos, mis deseos y el ansia y la sed por volver.
Camine de todo el día, viendo mi sombra, de sur a norte de oriente a poniente, entre calles y prados, sin tomar atención de casi nada, solo buscando el camino, solo encerrado pretendiendo escribir una historia de ese día, una historia que pudiese ser contada después, en una mesa de café, en una banqueta, en el asiento de un auto, en un jardín; una historia que dijera muchas cosas, muchas peripecias, notas divertidas, cosas entretenidas, pero que ocultamente dijera algo de mí; porque estaba cansado de quejarme y solo quería gritar ya; solo quería dejar de estirar la mano y adelantar yo mismo la carrera.
Y en ese enorme camino, largo, en que gran parte de las pesadillas quedaron abatidas, también levante parte de lo que el pasado parecía que se había encargado de olvidar; al ver unas hojas impresas tiradas, mojadas, resquebrajadas, pensé en los viejos libros y sus bonitas ilustraciones, las grandes aventuras y los cromos coloridos que encerraban sus páginas, la aventura del conocimiento esperando ser vivida; y pensé en muchas cosas que se presentaban en ese camino: las piedras recogidas por el mundo, las cintas de cine de historias pasadas, los barcos y su terminología divertida; y también pensé en mi pequeña colección vintage que me esperaba en casa, triste de haberla dejado sin avisar; sin ser escuchada, ni vista, sin jugar con ella.
Por mi mente pasaron entonces los grandes planes, los grandes anhelos y los grandes sueños. La colección vintage, la colección de libros, la colección de música, la colección de todo, nada de eso era la meta, la meta estaba cuando me recuperara a mí mismo, y pudiera volver a divertirme escuchando una gran canción, leyendo una preciosa página, viendo una gran película, volver a divertirme como en el “pasado”, por el sencillo hecho de hacerlo.
Y recorrí el trecho largo que aún me separaba de casa, ese largo camino a casa de ese día de mucho caminar con el sol quemante de diciembre y el polvo flotante del camino.
Y después, al llegar no hice nada, solo supe que había vuelto y solo deseaba  ya no olvidar nada.
                             P.D. Que cosas, por poco olvido que lo 
                             único que realmente nos pertenece es 
                             nuestro “pasado”.
 

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