Se vivía una época de abundancia;
durante el regreso de Zacatecas los deseos eran claros, pero los objetivos
confusos. Pensaba en los objetos que había visto hasta el momento: por un lado en
los floreros de porcelana, en los candiles de bronce, en los repiseros de
mármol, pero por otro lado también en los radios, las cámaras fotográficas de
cajón y de fuelle, en las tarjetas postales
decimonónicas, en las muñecas de tela y porcelana etc.
En general las llamaba “Antigüedades”
por aquellos días, sin embargo había algo que las diferenciaba. Y así, la
historia no podía empezar con precisión, solo el deseo de concretar lo que por
años se anhelo era la necesidad que mantuvo por esos días el camino; había
varios hechos que alimentaban aun mas ese deseo pero que mantenían la
incertidumbre de un verdadero objeto: uno de ellos era un recuerdo infantil de
la casa de unos familiares lejanos: tenían una vitrina llena de antigüedades varias,
figuras de porcelana japonesa, alfarería mexicana de los años 40, juguetes de
cuerda de los años cincuenta, un juego de te chino, fotografías enmarcadas en latón
y daguerrotipos pegados a tarjetas de cartón troquelado; botellas de vino muy antiguas,
mascaras y carpetas deshiladas a mano. Otro hecho era muy semejante, se trataba
de la portada del diccionario que utilice en los primeros años de escuela,
tenia un diseño en la portada de un estante lleno de objetos, un busto griego,
una serie de libros con el titulo en el lomo en latín, un bridón antiguo, un
escudo bordado del águila imperial mexicana.
El regreso de Zacatecas había
dejado el radio RCA, y una maleta de lámina y papel de la época de la segunda
guerra. Algunas semanas después recordé ese tianguis en Cuautitlán en donde
años antes había conseguido la cámara de cajón Vredebox Standar Menis, y sus
locales de antigüedades, y así sin pensarlo ese martes de perimartes, estaba en
el tianguis buscando con afán cualquier cosa, y obvio había muchas cosas, todas
ellas grandes en tamaño, un yugo y un barzón, una carretilla, maletas de viaje,
un tocadiscos Magnavox con grandes bocinas de 100W, en suma, nada que llamara
mi atención para continuar algo que aun no comenzaba. Un pequeño local con unos
cuantos autos de juguete a escala, tamaño estándar. Uno llama mi atención, quizá
porque esta sobre un relicario de latón con un fondo de tela roja. Levanto el
carro y los dos objetos me atrapan de inmediato, el auto es diferente a los que
comúnmente he visto es un camión de bomberos, rojo brillante, sin base del
chasis, solo con los ejes y las llantas de goma, en el fondo una marca:
“Totsietoy” dice. El relicario es de la Virgen de la Macarena parece de
aluminio por su acabado, se ve muy antiguo, no parece troquelado, sino gravado
a mano, el marco del mismo material es un ovalo con motivos florales enlazados
en lavase. La tela de pliana roja quemada por el sol. Ya no busco mas, los
llevo a casa, los limpio profusamente, pulo el relicario, inmediatamente delata
su naturaleza argentina. Busco un libro de autos a escala, el carro de bomberos
esta catalogado, es la primera vez que rastreo con precisión la época en que un
objeto fue manufacturado, mi primer datación. Coloco de inmediato el relicario
y el camión en mi biblioteca-taller, les busco el mejor lugar en el estante de
los barcos, pero no encajan, rompen el esquema, los dejo ahí por unas semanas,
justo abajo del mismo estante hay otros objetos ya que también desentonan, la
maquina de coser y las planchas compradas tiempo atrás.
Algunas semanas después regreso
al tianguis de los martes, por casualidad, no busco antigüedades, ni nada; las cosas están sencillamente en su lugar, lo
primero que veo al entrar al tianguis es un local con un vendedor y un solo
objeto, una cámara de cine.
Las condiciones de la camara: perfectas, tal
parece que jamás fue sacada de su estuche, su formato super 8, su precio
regateable, la pasión que desbordo: enorme. Genero ese mismo día una búsqueda
incesante a través de internet de películas para poder emplearla. Internet esta
vez no dio buenos resultados. La historia tendría que seguir esperando para
comenzar.
La cámara se fue al estante a
seguir esperando.
fig 1. el estante del taller que albergo
las planchas vintage por algun tiempo