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martes, 30 de octubre de 2012

LA HISTORIA COMIENZA . . . 9


Se vivía una época de abundancia; durante el regreso de Zacatecas los deseos eran claros, pero los objetivos confusos. Pensaba en los objetos que había visto hasta el momento: por un lado en los floreros de porcelana, en los candiles de bronce, en los repiseros de mármol, pero por otro lado también en los radios, las cámaras fotográficas de cajón y de fuelle, en las tarjetas postales  decimonónicas, en las muñecas de tela y porcelana etc.

En general las llamaba “Antigüedades” por aquellos días, sin embargo había algo que las diferenciaba. Y así, la historia no podía empezar con precisión, solo el deseo de concretar lo que por años se anhelo era la necesidad que mantuvo por esos días el camino; había varios hechos que alimentaban aun mas ese deseo pero que mantenían la incertidumbre de un verdadero objeto: uno de ellos era un recuerdo infantil de la casa de unos familiares lejanos: tenían una vitrina llena de antigüedades varias, figuras de porcelana japonesa, alfarería mexicana de los años 40, juguetes de cuerda de los años cincuenta, un juego de te chino, fotografías enmarcadas en latón y daguerrotipos pegados a tarjetas de cartón  troquelado; botellas de vino muy antiguas, mascaras y carpetas deshiladas a mano. Otro hecho era muy semejante, se trataba de la portada del diccionario que utilice en los primeros años de escuela, tenia un diseño en la portada de un estante lleno de objetos, un busto griego, una serie de libros con el titulo en el lomo en latín, un bridón antiguo, un escudo bordado del águila imperial mexicana.

El regreso de Zacatecas había dejado el radio RCA, y una maleta de lámina y papel de la época de la segunda guerra. Algunas semanas después recordé ese tianguis en Cuautitlán en donde años antes había conseguido la cámara de cajón Vredebox Standar Menis, y sus locales de antigüedades, y así sin pensarlo ese martes de perimartes, estaba en el tianguis buscando con afán cualquier cosa, y obvio había muchas cosas, todas ellas grandes en tamaño, un yugo y un barzón, una carretilla, maletas de viaje, un tocadiscos Magnavox con grandes bocinas de 100W, en suma, nada que llamara mi atención para continuar algo que aun no comenzaba. Un pequeño local con unos cuantos autos de juguete a escala, tamaño estándar. Uno llama mi atención, quizá porque esta sobre un relicario de latón con un fondo de tela roja. Levanto el carro y los dos objetos me atrapan de inmediato, el auto es diferente a los que comúnmente he visto es un camión de bomberos, rojo brillante, sin base del chasis, solo con los ejes y las llantas de goma, en el fondo una marca: “Totsietoy” dice. El relicario es de la Virgen de la Macarena parece de aluminio por su acabado, se ve muy antiguo, no parece troquelado, sino gravado a mano, el marco del mismo material es un ovalo con motivos florales enlazados en lavase. La tela de pliana roja quemada por el sol. Ya no busco mas, los llevo a casa, los limpio profusamente, pulo el relicario, inmediatamente delata su naturaleza argentina. Busco un libro de autos a escala, el carro de bomberos esta catalogado, es la primera vez que rastreo con precisión la época en que un objeto fue manufacturado, mi primer datación. Coloco de inmediato el relicario y el camión en mi biblioteca-taller, les busco el mejor lugar en el estante de los barcos, pero no encajan, rompen el esquema, los dejo ahí por unas semanas, justo abajo del mismo estante hay otros objetos ya que también desentonan, la maquina de coser y las planchas compradas tiempo atrás.

Algunas semanas después regreso al tianguis de los martes, por casualidad, no busco antigüedades, ni nada;  las cosas están sencillamente en su lugar, lo primero que veo al entrar al tianguis es un local con un vendedor y un solo objeto, una cámara de cine.

Las condiciones  de la camara: perfectas, tal parece que jamás fue sacada de su estuche, su formato super 8, su precio regateable, la pasión que desbordo: enorme. Genero ese mismo día una búsqueda incesante a través de internet de películas para poder emplearla. Internet esta vez no dio buenos resultados. La historia tendría que seguir esperando para comenzar.

La cámara se fue al estante a seguir esperando.
fig 1. el estante del taller que albergo
las planchas vintage por algun tiempo
 

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