Fue extremadamente difícil, fueron 87 días desde la última
vez que escribí; casi tres meses desde que ese junio fatídico me impidió por días
tocar mi computadora al menos; luego vendrían las tormentas, la desolación, el
miedo convertido en terror, y luego lo que parecía el inicio del cataclismo con
el terremoto de aquel viernes.
Tome aplomo, abrí la computadora, lo intentaría ya por
ultima vez.
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