Como lo comente hace ya
algunos meses, de pronto lo “Out”, estaba “in”. La televisión se llenó no solo de esos programas de los que también ya
he hablado, no solo de esos programas en donde algunas parejas de tipos
recorren países norteños, México e incluso países sureños de este continente en
busca de grandes tesoros recuperados de la basura, de desvanes, bodegas,
bazares, mercados de pulgas, en la carretera o en lugares cualquiera, en fin
que la televisión de pronto también se llenó por todos lados de afiches retro, concursos
vintage, torneos de compras y de restauraciones, en todo lo cual solo hay un
factor común: el dinero, el mucho dinero, camiones de dinero por un pequeño
tesoro decimonónico, por un lote de pinturas seudoflamencas, por la
restauración de un cartel, por poner en funcionamiento una maquina Babbage, por
casi cualquier cosa.
Dude desde el inicio
de la veracidad de los millones de dólares en transacción de cada uno de los capítulos
de cada uno de los programas de la televisión que estaban de moda, no solo por
los tan cuestionables montajes escénicos, sino por la poca relación entre el coleccionismo,
las compras, las restauraciones reales y las ahí mostradas. De esa manera no era difícil ver
como se despreciaban artículos históricos, por tener una mancha de insecto en
su superficie o de ver como se retiraban los motores de un reproductor de cine
o la pintura de un anuncio, en pos de dejarlos “impecables” “como nuevos”. Pensé
mucho en ello, cuando la victrola de Texcoco me fue entregada y comencé a desmontarla;
el motor estaba atascado, la madera dañada, etc; de haber sido uno de esos
programas de televisión, habría puesto un motor eléctrico de C.A, nuevo con opción
de variación directa de revoluciones y paro automático, bocina estéreo en lugar
de la monoaural directa, habría sustituido las placas de madera dañadas por
paneles nuevos de chapa de arce, etc; pero no hice nada de eso, en efecto
realice un proceso de reparación, por una simple razón filosófica: al
sustituir, cambiar o adecuar, el objeto, este deja de tener identidad, se
convierte en un hibrido funcional embellecido y deja de ser lo que es: un
objeto del pasado, quizá un verdadero Vintage. Rectifique un engrane doblado,
engrase el motor, acondicione los rodamientos, nutrí por días profusamente a la
madera, bruñí su superficie, quite las ralladuras con horas de pulido. La victrola
quedo “como nueva” “Impecable”, y siguió teniendo su identidad.
El día que la
entregue, fue de los más felices de esta belle
epoque, el ver a sus legítimos propietarios emocionados y felices de
escucharla de nuevo sisear con los discos a 78 rpm, fue un pago mayor que un camión
lleno de dólares.
Fig 1. El motor de la victrola VV 4-3 rectificado
engrasado, pulido y listo para ser colocado