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viernes, 29 de marzo de 2013

EL EXTRAÑO CASO DE LA VICTROLITA 50

Habíamos ido tres o cuatro veces a esa carretera, muchos kilómetros, muchas horas de viaje y trafico en la autopista; muchos meses habían pasado desde aquella lejana vez en que compramos una victrola Victrolita-Victor en estado de desastre, estaba ahí entre los apeos de labranza, las maquinas de coser, las sillas, las latas, las planchas. Y ese día junto a la victrolita, estaba esa otra victrola, que de inmediato fue soslayada por su estado tan deplorable; luego siguieron otras dos visitas mas al negocio de las antigüedades de esa carretera, y en ambas lo ultimo que paso por mi mente fue llevarme esa victrola, húmeda, desvencijada, polvosa, llena de grasa y sarro.
Sin embargo hace unas semanas en la ultima ida expresa al local de las antigüedades de la carretera, la victrola no quizo mas esperar, ni tampoco la suerte, la compramos por casi nada; pensé exclusivamente en su motor, en el canal del reproductor, como piezas de reposición para futuros trabajos de restauración.
La lleve a casa ese día en que fueron los viejos amigos, en que nos divertimos largo rato, la desarme y desmantele unos días después, estuve a punto de dejarla que acabara sus días en la ya inminente temporada de lluvias, afuera de mi casa; cuando al fin luego de horas de mucho esfuerzo, pude quitar el oxidado plato giratorio.
Ahí estaba, casi intacta, inmaculada su etiqueta: Victrola 50 decia.
Y como la suerte, no esta para despreciarse en estos tiempos, genero de inmediato el nuevo proyecto de restauración. Lo mas importante era desde luego saber el estado real del motor, pues el gabinete estaba en condiciones lamentables; resulto que el engrane principal de la cuerda estaba dañado.
Fueron muchos días de trabajo intenso en verdad, tensar la madera, apuntalarla, enderezarla, injertarla, resanarla, pulirla; reponer las partes perdidas; buscar los patrones de color original, igualación al color 92.5, 03134, 03193 y pintar, barnizar; tratamiento químico para los metales oxidados, pulido, bruñido; mil intentos de reparación del motor, mil fallos, un ultimo intento, al final la Victrola 50 Feliz.
 
Fig. 1. El inicio.
 
Fig. 2. El final.
 
 
 

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