Fue ese día larguísimo en el
centro de la city, mientras la vida ahí cobraba un ritmo de vértigo, preparándose
para los eventos que ocurrirían ese día de celebración. Era una ciudad brumosa, a punto
de desatar un incesante calor sobre los transeúntes ajenos que invadían su terreno. Eran calles y edificios enormes, antiguos, expendios de mercancias con adornos floridos, de oropel, tiendas de telas con olor a naftalina, comedores enormes con nubes de grasa en sus portales, comercios de todo, gente de afuera, toda, pues en realidad nadie era de ahi, y era un dia muy esperado ya.
Fue una mañana de espera por el
experto. Que luego de horas llego.
Y Finalmente, era una POLAROID
serie 300, que había esperado por mi todos estos años, escondida de manos
extrañas que quisieran hacerle daño; agazapada entre cámaras de todos los
formatos en una vitrina, junto a otras polaroids que habían sido utilizadas
para las cuadricopias infantiles afuera de las primarias mexicanas, de viejas cámaras
de 35mm directo y algunas de formato electrónico; cuasi modernas cámaras digitales
de la primera generación con resolución VGA, memorias de almacenamiento por millares,
magazines, lámparas, tripies, hojas de impresión por cientos, químicos caducos para
revelar película en color, una ampliadora de gran formato alemana, con las clásicas
adaptaciones electrónicas a la mexicana.
Enfoqué la cámara de acuerdo a la
instrucción de Herrera, en una hermosa toma; la película se sobreexpuso, solo salió un sinuosos
numero al fondo; la toma se repitió, con una velocidad mayor, menos luz, mejor
enfoque.
Llegue por la tarde al norte de la
ciudad, tire del obturador muchas veces, espere los minutos sugeridos en la
tabla adjunta, las imágenes mágicas salieron una a una como en aquella ya lejana época de mi antigua
polaroid de ultima generación “One step”, aquella que no necesitaba de tirar de
la cinta del fotograma y retirar el negativo de papel; aquella comprada de manera
rutinaria a principios de este milenio,
cuando aun la fotografía analógica dominaba al mundo; cuando pensar en imprimir
una fotografía CGA, tomada con una enorme cámara digital, se veía tan lejano.
Me fui a casa con mi polaroid
serie 300, deseando no separarme de ella nunca mas, mientras los cartuchos FP
se siguieran produciendo.
el sinuoso número.....al mnos pertenecia a algo que si existía
ResponderEliminarzi laz cámaras hablaran
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