A CONTINUACION, LO
IMPENSABLE: UN RELATO COMPLETO DE UNO DE MIS LIBROS, PARA MIS FIELES
SEGUIDORES; OJALA LES GUSTE.
EL DAGUERROTIPO
Había en la sala de la casa, antes, una extraña
imagen enmarcada en metal. Al inicio de los tiempos pensé que se
trataba de la imagen de algún santo, y así lo pensé por muchos años, hasta que un día misteriosamente
desapareció la imagen aquella sin dejar rastro. Muchos años después mientras me encontraba rescatando las raíces de la familia, consultando
los capítulos olvidados de las crónicas
de Cortes y de Bernal, las fotografías, los últimos recuerdos de
los viejos y mis propios recuerdos, pensé en la antigua imagen que alguna vez adornara la trabe abovedada de la sala de la casa.
Era un daguerrotipo del
bisabuelo con su esposa y sus
hijos; sin lugar a dudas toda una joya y un invaluable testimonio para mi, en
mi afán de compilarlo todo; sin embargo el
daguerrotipo hacia años que había desaparecido y sin la mas mínima huella;
estuve muchos días pensando en todo eso mientras me desocupaba de mis demás
actividades y aun mientras las llevaba acabo, y fue en un instante de
gloria cuando recordé que por aquellos días, en que desapareció el daguerrotipo, Amelia la tía lejana había visitado
la casa; pero otro lío, hacia años en que la
Tía en cuestión había dejado de
visitarnos. Consulte el caso con la
Abuela y ambos concordábamos en nuestras
sospechas, la tía algo tenía que ver en el asunto. Como pude
investigué su domicilio, que para
colmo de males se encontraba al otro lado de la ciudad y un buen
fin de semana me encamine hacia allá pensando obtener alguna información sobre
el objeto buscado. No fue cosa fácil dar con la dirección pero al fin la
encontré, una salitrosa casa con techo
de Zinc; estuve tocando a la puerta durante un buen rato, pero
nadie respondía así es que interrogue a los vecinos, quienes me informaron no
saber nada pero me indicaron otra casa de la misma calle en la cual vivía una
amiga de la Tía; fui hasta ese lugar y encontré a la susodicha mujer, una
anciana que no se de que manera podía aun mantenerse en pie; esta me contó que
hacía solo unas semanas que la tía
había dejado el barrio para irse a vivir a Puebla; me escribió la
dirección en un papel estraza, y salí de ahí apresurado, pensando en dejar
las cosas por la paz. Sin embargo días después al estar estableciendo el álbum
iconográfico de los antepasados mas remotos todo indicaba que el daguerrotipo
era la pieza clave para que este
estuviera completo; así es que haciendo caso omiso de los consejos de la
familia partí un sábado por la mañana a la ciudad de Puebla. No sabía aun que aquel viaje
programado de cinco horas ida y vuelta se iba a convertir en una
odisea de un día completo. Al llegar a la estación pregunte a un informante
sobre la calle moneda; bonita cosa, la
vieja no había indicado la colonia y había al menos 10 calles
moneda en la ciudad; la mala fortuna sin duda quiso que fuera la ultima de las calles moneda en donde
encontraría la verdadera dirección buscada, en el colmo de los males tuve que
esperar a que la tía volviera del mercado, por lo menos eso me dijo la muchacha
que vivía en la misma vecindad. Pasados tres cuartos de hora llegó; al
principio no la reconocí, solo hasta que alguien
me dijo, ¡¡ella es!!, lo supe.
Después del clásico ritual
de los saludos y todo eso, fui introduciéndola al tema
y luego fríamente la acose con la pregunta ¿sabe lo que paso con el daguerrotipo de la casa y en donde se encuentra?. En ese momento pensé que quizá
no había tenido sentido el haber hecho todas esas cosas, el haber
buscado tanto, quizá ella fuera realmente
inocente, quizá jamás hubiera siquiera visto la imagen, quizá, no lo sé, ya estaba ahí y ya había
hecho la pregunta, sin embargo, su respuesta me dejó pasmado: Si, si sabía del
daguerrotipo. Según me contó (lo cual desde luego pongo en tela de juicio) el
Abuelo se lo había dado en heredad ese día en que fue a la casa, sin embargo se cuido de no hacerlo saber a
nadie, por creer que era un asunto muy delicado; aceptada la herencia, la tía lo tomó y jamás
nadie supo como fue que desapareció el daguerrotipo excepto ella y
el abuelo desde luego; pero eso ahora no importaba lo importante era ver el
daguerrotipo, quizá podría prestármelo un tiempo mientras realizaba algunas ampliaciones, duplicados, etc., la respuesta fue espeluznante:
lo había vendido.
Muy frescamente la tía me contó como en uno de sus
momentos de mayor desgracia lo había llevado con un anticuario de la Colonia Roma a venderlo; todavía cínicamente me dijo: ¡Necesitaba los 100 pesos hijo !
Huí de Puebla lo más rápido que pude, mientras la noche ya había caído. ¿Tendría aun
fuerzas para ir a la
Roma? me preguntaba mientras
el camión velozmente entraba a la ciudad
de México ese Sábado de noche.
Pasó una semana antes de que
finalmente encaminara mis
pasos en un día de descanso a la colonia Roma, esta
vez no fue difícil dar con el anticuario
tal (a Dios Gracias solo hay una calle de Manzanillo en una colonia Roma, en el
D.F.), le di cuanto dato me pareció importante y al fin recordó el
caso; efectivamente una señora de dudosa procedencia le había vendido aquella imagen, pero que lastima, el a su vez ya la
había vendido. Estuve a punto de patear el suelo y salí lo mas presuroso que pude, pensando ahora sí
en dejar todo por la paz, pero el viejo me alcanzo a gritos para
que esperara, me interrogo sobre el tema y un poco mas calmado le conté todas
las vicisitudes que había pasado en las
ultimas semanas referentes al caso; muy sereno el hombre me dijo: -espera a que
cierre el negocio y te llevare a verle. Lo tome con calme y espere
a que bajara la cortina y pusiera los respectivos candados. Caminamos una
calle, tomamos un trolebús, llegamos al zócalo caminamos por el portal de los mercaderes, seguimos caminando.
Que cosas pasan en la vida,
estaba ahí tal como lo recordaba de la infancia, con
su marco reluciente de lo que pensé era latón pero que limpio dejaba ver su
claro carácter áureo; y sus figuras del
bisabuelo y la bisabuela que mantenía en brazos al abuelo y toda
una era del ayer mas lejano, y era la pieza que faltaba para completar los
recuerdos, pero ya no estaba en la sala de la casa, ahora estaba resguardado
por un cristal en la casa de empeño; en una esquina había una tarjetita que decía: "A LA
VENTA $ 100 000.00"; que cosas.
©"Cuentos de primera intención Dos". Publicado en México por la Editorial Tolle Lege